El Perú es un país cuya posición geográfica privilegia el desarrollo de la Marina Mercante, esto en función de su extenso litoral y amplias redes de ríos navegables en su Amazonía, así como porque más del 95% de su comercio lo realiza por vía marítima. Asimismo esta misma ubicación geográfica en el centro occidental de Sudamérica, así como el clima excepcional del que goza en prácticamente todos sus puertos, le permite poder ofrecer a los usuarios de sus puertos, magníficas condiciones de operatividad durante prácticamente todo el año.
Asimismo, por sus condiciones y características, el puerto del Callao, podría transformarse en el principal puerto de transferencia de carga en América del Sur, ciertamente sería necesario aumentar su productividad e incrementar ciertas capacidades como las de calado, logísticas y de almacenaje, de tal manera que las líneas de transporte marítimo encuentren las ventajas competitivas necesarias para utilizarlo como puerto de transferencia de mercancías, especialmente de aquellas transportadas en contenedores cuyo volumen viene incrementándose y que hoy por hoy constituye el mayor volumen de carga en esta parte del mundo, y que por lo tanto son una oportunidad de negocios importante para los inversionistas si se plantean condiciones adecuadas para su desarrollo.
Por otro lado el Perú posee una industria metal mecánica pesada importante siendo sus principales exponentes sus astilleros de alto y bajo bordo, cuya experiencia es reconocida habiendo incluso llegado a construir buques de guerra tipo Fragatas Misileras, así como patrulleras de costa y naves de hasta 25,000 toneladas de registro bruto; sin embargo en la actualidad su capacidad productiva se encuentra subutilizada y gran parte del personal que tomó parte en estos grandes proyectos se ha visto en la necesidad de emigrar a otros países. Del mismo modo su maquinaria ha perdido la vigencia que le permitía producir naves a precios competitivos.
Las razones para que esto ocurriera datan de principios de los 90 cuando se modificó la legislación que protegía a la Marina Mercante Nacional, especialmente la eliminación de la reserva de carga del 50% y de las ventajas tributarias que poseía, la liberalización de los fletes y la política de mares abiertos que unilateralmente declaró el Perú. Esta situación ha traído como consecuencia que nuestra Marina Mercante pierda la hegemonía de la que disfrutó por muchos años y que en la actualidad sean las empresas Chilenas las que controlan los fletes.
Pero la Marina Mercante no ha sido la única que ha sufrido las consecuencias de esta política herrada, como ya dijimos la capacidad de nuestra industria metal mecánica se encuentra subutilizada y por ende lo más importante de esta industria que está representada por la Industria Naval de alto bordo. Asimismo, el déficit en nuestra balanza comercial en lo que respecta a fletes se ha ido incrementado de diez millones de dólares en 1989 a más de 600 millones de dólares en el año 2000.
Esto quiere decir que el desarrollo de nuestra Industria Naval no pasa únicamente por otorgar ventajas tributarias a las empresas navieras, sino que se encuadra dentro de todo un contexto geoeconómico que incluye no sólo contar con una legislación apropiada, sino también tomar medidas para el mejoramiento de la productividad y capacidades logísticas de por lo menos uno de nuestros puertos, siendo el que menor inversión requeriría, el del Callao, e incentivar la construcción naval de alto bordo, invirtiendo en capacitar al personal técnico como primer paso para luego modernizar la maquinaria de nuestros astilleros otorgándoles el financiamiento necesario para permitirles producir en condiciones de competitividad.
Solo así podremos revertir la situación actual de dependencia del mercado extranjero, y de casi inexistencia de una Marina Mercante Nacional, que contribuyendo al desarrollo de la industria de construcción naval y conexas, no sólo le ahorren divisas al país, sino que las genere en un rubro donde el Perú posee todo lo necesario para convertirse en un país líder, desde su posición geográfica privilegiada, hasta la experiencia de sus marinos y de sus constructores de naves que pueden mostrar sus logros al mundo con gran orgullo.
No es menos despreciable el gran efecto multiplicador que genera la actividad marítima, fluvial y lacustre y la industria de construcción naval, especialmente en el campo del desarrollo de tecnologías propias, elevación del nivel técnico y de vida de nuestra población, así como el pasear por el mundo nuestra bandera transportando nuestros productos.
Para concluir diré que estas condiciones no son exclusivas de un solo sector y que medidas tales como la simplificación administrativa, el fomento de la sociedad de la información, la estabilidad tributaria, normativa y del régimen cambiario, el trato fiscal preferente, el fomento tributario a la reinversión, el régimen acelerado de depreciación y otros aspectos incluyendo el laboral que los expertos en el tema proponen deben ser estudiados e implementados con urgencia a fin de no desaprovechar una de las mayores oportunidades de desarrollo económico y tecnológico que tiene el país y que hasta la fecha viene siendo desaprovechada.
Asimismo, por sus condiciones y características, el puerto del Callao, podría transformarse en el principal puerto de transferencia de carga en América del Sur, ciertamente sería necesario aumentar su productividad e incrementar ciertas capacidades como las de calado, logísticas y de almacenaje, de tal manera que las líneas de transporte marítimo encuentren las ventajas competitivas necesarias para utilizarlo como puerto de transferencia de mercancías, especialmente de aquellas transportadas en contenedores cuyo volumen viene incrementándose y que hoy por hoy constituye el mayor volumen de carga en esta parte del mundo, y que por lo tanto son una oportunidad de negocios importante para los inversionistas si se plantean condiciones adecuadas para su desarrollo.
Por otro lado el Perú posee una industria metal mecánica pesada importante siendo sus principales exponentes sus astilleros de alto y bajo bordo, cuya experiencia es reconocida habiendo incluso llegado a construir buques de guerra tipo Fragatas Misileras, así como patrulleras de costa y naves de hasta 25,000 toneladas de registro bruto; sin embargo en la actualidad su capacidad productiva se encuentra subutilizada y gran parte del personal que tomó parte en estos grandes proyectos se ha visto en la necesidad de emigrar a otros países. Del mismo modo su maquinaria ha perdido la vigencia que le permitía producir naves a precios competitivos.
Las razones para que esto ocurriera datan de principios de los 90 cuando se modificó la legislación que protegía a la Marina Mercante Nacional, especialmente la eliminación de la reserva de carga del 50% y de las ventajas tributarias que poseía, la liberalización de los fletes y la política de mares abiertos que unilateralmente declaró el Perú. Esta situación ha traído como consecuencia que nuestra Marina Mercante pierda la hegemonía de la que disfrutó por muchos años y que en la actualidad sean las empresas Chilenas las que controlan los fletes.
Pero la Marina Mercante no ha sido la única que ha sufrido las consecuencias de esta política herrada, como ya dijimos la capacidad de nuestra industria metal mecánica se encuentra subutilizada y por ende lo más importante de esta industria que está representada por la Industria Naval de alto bordo. Asimismo, el déficit en nuestra balanza comercial en lo que respecta a fletes se ha ido incrementado de diez millones de dólares en 1989 a más de 600 millones de dólares en el año 2000.
Esto quiere decir que el desarrollo de nuestra Industria Naval no pasa únicamente por otorgar ventajas tributarias a las empresas navieras, sino que se encuadra dentro de todo un contexto geoeconómico que incluye no sólo contar con una legislación apropiada, sino también tomar medidas para el mejoramiento de la productividad y capacidades logísticas de por lo menos uno de nuestros puertos, siendo el que menor inversión requeriría, el del Callao, e incentivar la construcción naval de alto bordo, invirtiendo en capacitar al personal técnico como primer paso para luego modernizar la maquinaria de nuestros astilleros otorgándoles el financiamiento necesario para permitirles producir en condiciones de competitividad.
Solo así podremos revertir la situación actual de dependencia del mercado extranjero, y de casi inexistencia de una Marina Mercante Nacional, que contribuyendo al desarrollo de la industria de construcción naval y conexas, no sólo le ahorren divisas al país, sino que las genere en un rubro donde el Perú posee todo lo necesario para convertirse en un país líder, desde su posición geográfica privilegiada, hasta la experiencia de sus marinos y de sus constructores de naves que pueden mostrar sus logros al mundo con gran orgullo.
No es menos despreciable el gran efecto multiplicador que genera la actividad marítima, fluvial y lacustre y la industria de construcción naval, especialmente en el campo del desarrollo de tecnologías propias, elevación del nivel técnico y de vida de nuestra población, así como el pasear por el mundo nuestra bandera transportando nuestros productos.
Para concluir diré que estas condiciones no son exclusivas de un solo sector y que medidas tales como la simplificación administrativa, el fomento de la sociedad de la información, la estabilidad tributaria, normativa y del régimen cambiario, el trato fiscal preferente, el fomento tributario a la reinversión, el régimen acelerado de depreciación y otros aspectos incluyendo el laboral que los expertos en el tema proponen deben ser estudiados e implementados con urgencia a fin de no desaprovechar una de las mayores oportunidades de desarrollo económico y tecnológico que tiene el país y que hasta la fecha viene siendo desaprovechada.
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